‘Atopia’ en la urbe del siglo XXI . Más de 40 artistas de todo el mundo analizan en Barcelona el malestar metropolitano. fuente: adn
Hace un par de décadas, el ensayista Greil Marcus escribía sobre la urbe de mediados de los setenta, previa a la explosión del punk: "El intercambio de una garantía de morir de aburrimiento por la garantía de no morir de hambre era el único juego de la ciudad".
Ese tedio, fruto de la toma del tiempo libre y de los espacios comunes de la ciudad por parte del sistema, ha derivado en el siglo XXI en lo que el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) ha dado en llamar "atopía", el malestar de un individuo forzado a vivir en una ciudad que ha fracasado en su porvenir utópico.
Desde hoy y hasta el 24 de mayo, Atopía. Arte y ciudad en el siglo XXI, comisariada por Josep Ramoneda e Iván de la Nuez, recoge la obra de 41 artistas contemporáneos de primera fila y de todas las disciplinas que reflexionan sobre la ciudad como un no-lugar en el que las tensiones entre individuo y comunidad son cada vez más complicadas.
Prologada por unas Torres gemelas pixeladas que se desdibujan con la cercanía y con una Última cena en Gaza con mujeres musulmanas como comensales, la muestra representa un retrato coral y global de la urbe como espacio que ha perdido su función de punto de encuentro para ser un lugar donde sólo se aspira a la supervivencia o a la resistencia.
Las 169 obras están organizadas en cuatro bloques en los que participan artistas como David La Chapelle, Philip-Lorca di Corcia, Thomas Ruff, Carey Young, Andreas Gursky o Gino Rubert, entre otros.
Fotografías de vistas urbanas tomadas desde hoteles donde en primer plano aparece el reflejo de la intimidad de la habitación, joyas que reproducen lugares de tortura, aldeas flotantes vietnamitas que pierden su identidad con la intervención en 3D de edificios occidentales, el grafiti sobre lienzo para explicarla violencia de las bandas, un vídeo con un coche que recorre zonas peligrosas de Caracas y Jesucristo sermoneando a raperos, entre muchas otras obras. Todo para explicar esa ciudad como "tejido de relatos" de la que hablaba el escritor Ricardo Piglia. Relatos donde ya escasean secundarios: sólo el protagonista rodeado de extras sin cara.
Ese tedio, fruto de la toma del tiempo libre y de los espacios comunes de la ciudad por parte del sistema, ha derivado en el siglo XXI en lo que el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) ha dado en llamar "atopía", el malestar de un individuo forzado a vivir en una ciudad que ha fracasado en su porvenir utópico.
Desde hoy y hasta el 24 de mayo, Atopía. Arte y ciudad en el siglo XXI, comisariada por Josep Ramoneda e Iván de la Nuez, recoge la obra de 41 artistas contemporáneos de primera fila y de todas las disciplinas que reflexionan sobre la ciudad como un no-lugar en el que las tensiones entre individuo y comunidad son cada vez más complicadas.
Prologada por unas Torres gemelas pixeladas que se desdibujan con la cercanía y con una Última cena en Gaza con mujeres musulmanas como comensales, la muestra representa un retrato coral y global de la urbe como espacio que ha perdido su función de punto de encuentro para ser un lugar donde sólo se aspira a la supervivencia o a la resistencia.
Las 169 obras están organizadas en cuatro bloques en los que participan artistas como David La Chapelle, Philip-Lorca di Corcia, Thomas Ruff, Carey Young, Andreas Gursky o Gino Rubert, entre otros.
Fotografías de vistas urbanas tomadas desde hoteles donde en primer plano aparece el reflejo de la intimidad de la habitación, joyas que reproducen lugares de tortura, aldeas flotantes vietnamitas que pierden su identidad con la intervención en 3D de edificios occidentales, el grafiti sobre lienzo para explicarla violencia de las bandas, un vídeo con un coche que recorre zonas peligrosas de Caracas y Jesucristo sermoneando a raperos, entre muchas otras obras. Todo para explicar esa ciudad como "tejido de relatos" de la que hablaba el escritor Ricardo Piglia. Relatos donde ya escasean secundarios: sólo el protagonista rodeado de extras sin cara.
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